Desde que entramos en un DOJO de Karate-Do, tenemos por regla general, un objetivo común que para nosotros es un símbolo, un elemento de motivación, una meta a conseguir, un testigo de nuestra superación y, lo más importante, una recompensa al esfuerzo y trabajo realizado durante un determinado periodo de tiempo, en conclusión tenemos UN GRADO.
El grado de Karate-Do, en principio y de una manera sencilla, se puede decir que viene reflejado por el color del cinturón que llevamos puesto, fruto del tiempo de práctica y los conocimientos obtenidos y demostrados. Pero la riqueza de todo el que práctica este Arte Marcial, no solo se limita con la obtención de los diferentes cinturones a los que va accediendo, sino, que el tiempo continuado de práctica nos va proporcionar de una forma paralela, un gran nivel de autoestima, un importante enriquecimiento personal y, por supuesto, un alto grado de superación. Este segundo camino que complementa al del aprendizaje técnico lo aplicaremos posteriormente a todos los campos, lo que nos supondrá una mejora en nuestra calidad de vida.
Al grado de CINTURÓN NEGRO deberíamos llegar tras haber recorrido ambos caminos de manera que, además de realizar unos ejercicios físico-técnicos, pudiéramos mostrar que estamos complementados por una buena actitud, respeto, humildad, seguridad, confianza y espíritu de superación.